Uno y el Universo
Dos famosas y masivas
películas de ciencia ficción suscitan profundas reflexiones existenciales y
humanísticas: 2001, Odisea del Espacio y El Planeta de los Simios
Por Andrés Castañón
En 1968, el director de cine
inglés Stanley Kubrick decidió adaptar el cuento El Centinela, de Arthur Clarke.
Así nació una de las mejores películas de la Historia, no solo de la ciencia
ficción: 2001, Odisea del Espacio. El relato de Clarke quedó como un boceto de
la adaptación, y esa obra maestra del cine inspiró una nueva novela llamada
como el film, además de una secuela ambientada en 2010.
Como en el teatro de
Shakespeare, la mejor ciencia ficción ubica sus acciones “en alguna parte, en
alguna época” para interpelar los problemas del aquí y ahora desde la metáfora.
Así, como en la Dinamarca shakesperiana de Hamlet, se sucede una odisea en
Júpiter, donde aparece la inteligencia extraterrestre alrededor de una piedra
monolítica. Este artefacto es hallado por una expedición de una estación
espacial, que a través de la computadora Hall realiza reparaciones en la nave y
por medio de códigos y llaves maestras logra interpretar el acceso a ese mundo
desconocido.
De ese mismo año es El
planeta de los simios, película basada en la novela homónima de Pierre Boulle.
La película invierte la teoría darwiniana de que el hombre es una evolución del
mono. En ese planeta, hay simios inteligentes que se sublevan frente a la
invasión e intento de conquista de los humanos, En ambos films, hay una
reflexión filosófica sobre la alteridad, sobre el Otro, y alrededor de la
inteligencia como desarrollo cognitivo coherente, mediante símbolos que
subrayan esa capacidad de evolución.
Comentarios
Publicar un comentario