Hemingway era una fiesta

Por Andrés Castañon

Ernest Miller Hemingway hoy sería considerado un personaje políticamente incorrecto. Alcohólico, adepto a las corridas de toros y la cacería, camillero en la Primera Guerra Mundial y voluntario de las brigadas internacionales que combatieron a favor de la República en la Guerra Civil Española, Hemingway es un ícono del siglo XX, y una de sus voces literarias fundamentales.
“El periodismo no es un oficio negativo para un escritor, siempre que sepa dejarlo a tiempo”, expresó cuando comenzó su carrera como cronista en el Toronto Star, donde aprendió “a escribir oraciones concisas para contar claramente una historia”.
Ese estilo hiperrealista con la impronta de su paso por las redacciones de diarios, se aplicó a toda su obra, tan intensa como su vida. Así, en cada uno de sus libros reproduce su caudal de experiencia. La Guerra Mundial en “Adiós a las armas”, la guerra española en “Por quién doblan las campanas” o en “El viejo en el puente” (título del magnífico relato previamente publicado en este blog), las corridas de toros en “Fiesta” (DISPONIBLE EN LA BIBLIOTECA), los viajes exóticos en “Las nieves del Kilimanjaro” (DISPONIBLE EN LA BIBLIOTECA), la vida bucólica en Cuba en “Islas en el Golfo” (DISPONIBLE EN LA BIBLIOTECA) y la bohemia de la era del jazz en “París era una fiesta”. Hemingway es un extraordinario observador de la realidad, pero a la vez su espíritu inquieto lo impulsa a involucrarse a fondo en cada una de esas situaciones. Un aventurero e intelectual capaz de conmover con una literatura lineal pero que a la vez refleja complejas emociones humanas.

El viejo y el mar

La novela “El viejo y el mar” (DISPONIBLE EN LA BIBLIOTECA), escrita en 1951 en Cuba, fue su último trabajo de ficción importante publicado en vida. La obra, que algunos consideran como su producción cumbre, transcurre en el Gulf-Stream Habana, y su protagonista es Santiago, a quien todos llaman “El viejo”. Es un pescador de edad avanzada, que lleva 84 días sin obtener una presa. Cierta mañana, decide incursionar solo en el mar, donde, por fin, se topa con un enorme marlín (pez vela, similar al pez espada), que pica el anzuelo y a la vez libra una batalla enorme antes de ser capturado. La lucha con el pez dura tres días, en los que Santiago recuerda su vida. En su mente resuenan los tiempos en que la suerte estaba de su lado, y en que era capaz de conseguir una gran pesca. Alegoría existencialista construida con elementos tan sencillos como un bote, un pescador, un pez y el agua del mar.

Hemingway dejó una obra escrita formidable y una no menos atractiva leyenda en torno a su persona, y en 1961 se disparó con una escopeta en la mandíbula, dándole a su vida un final acorde a los de sus textos. 


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