Un lugar muy literario


Por Andrés Castañon

Guersey es una isla, un lugar apartado tanto de la guerra, como de las muchedumbres. Pareciera que siempre existió, con las costumbres y rutinas de sus habitantes, quienes siempre están en contacto con la escritura y sus vecinos. 
La literatura como lazo, como vínculo social predomina en este lugar, homónimo del pueblo natal de Ernest Hemingway.

En la novela “La sociedad literaria y el pastel de patata”, escrita por Mary Ann Shaffer y Annie Barrows, llevada al cine por el director Mike Newell, se percibe esa atmósfera diáfana en la que todos tienen contacto con sus vecinos y aprovechan los ratos libres del atardecer para difundir sus poesías y sus narraciones dramáticas.
Allí, se realiza un concurso para completar un libro, en el que se vuelquen las inquietudes de los habitantes. La cita de la hora del té de esa sociedad literaria convocaba también a repasar las necesidades de la aldea. A medida que se leía el texto de ese gran libro, y todos participaban de su encuadernación, emergían las ideas de remodelar el mercado comunitario, de reformar el establo, de construir nuevos techos y de levantar paredes, ladrillo sobre ladrillo.

Guersey es una oda a la inspiración, a cómo la literatura nos inspira, no a escapar de la realidad, sino a modificarla. Hemingway proponía que la literatura es “un 10% de inspiración y un 90% de transpiración”. Ambas van de la mano en esta novela y película inglesa. León Tolstoi es famoso por su frase “Pinta (de hacer un cuadro que la refleje) tu aldea y serás universal”. En esa línea, “La sociedad literaria y el pastel de patata”, nos anima con un “Pinta (de lijar, pasar enduido y brocha gorda) tu aldea y mejorarás el universo”. 

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